sábado, 17 de diciembre de 2016

Ikigai - Los secretos de Japón para una vida larga y feliz - Ikigai

                                                                                    
                                         https://www.youtube.com/watch?v=_j9Md1mQmC0
                                                                               
 

¿Quién eres?
En un pequeño pueblo japonés una mujer estaba muriendo.
De pronto tuvo la sensación de ser llevada al cielo
y estar delante de la voz de sus antepasados.
-¿Quién eres? -le dijo una voz.
-Soy la esposa del alcalde -respondió ella-.
-Yo no te pregunté de quién eres esposa sino quién eres tú.
-Soy la madre de cuatro hijos.
-Yo no pedí que me digas cuántos hijos tienes sino quién eres.
-Soy una maestra de escuela.
-Yo no te pregunté cuál es tu profesión, sino quién eres.
No parecía dar una respuesta satisfactoria a la pregunta,
 hasta que la mujer dijo:
-Yo soy quien se despierta cada día para cuidar de mi familia
y alimentar las mentes jóvenes de los niños en mi escuela.
Pasó el examen y fue enviada de vuelta a la tierra.
A la mañana siguiente se despertó sintiendo
un profundo sentido de significado y propósito:
había descubierto su ikigai.
El ikigai
* Es personal e intransferible.
* Es un íntimo deseo relacionado con la vocación.
* Es una fuerza que permite superar obstáculos.
* Es una guía, un objetivo, un propósito para vivir.
* Suele expresarse como un sueño, un anhelo.
* Encierra el sentido, la razón de ser de la vida misma.
* Es, ni más ni menos, por qué nos levantamos cada mañana. Esta razón tan poderosa excede las leyes por las que suele encaminarse la vida cotidiana. Con mucha frecuencia no se relaciona con la necesidad de trabajar ni de cumplir obligaciones sino con un sentido esencial de destino sin el cual incluso el vivir en la opulencia o sin preocupaciones afectivas o materiales puede tornarse una experiencia debilitante o angustiosa.
Este término japonés se ha hecho bastante popular recientemente en Occidente gracias a una TED Talk de Dan Buettner.

                        Gracias Alberto Rossi Enriquez por compartir.
                       Un abrazo.

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